La Cultura Artificial precedida de la Cultura Virtual, según dicen, será el futuro de esta sacralizada Sociedad de la Información en la que vivimos. ¡Ahí queda eso!

Gastrocultura Artificial

La Cultura Artificial precedida de la Cultura Virtual, según dicen, será el futuro de esta sacralizada Sociedad de la Información en la que vivimos. ¡Ahí queda eso!

Según las infalibles estadísticas (sic) con las que nos avasallan  -e insultan nuestra inteligencia natural- la inteligencia artificial o IA -¡yyyiiiiihhhhaaaaa!- hará volatilizar en unos pocos años el 40% de los actuales empleos, de los que una gran parte corresponderán al sector servicios y la mayoría a la restauración.

Los oficios de camareros y cocineros, según esta premonitoria noticia, están a pique de un repique de irse a pique. Ya no serán seres humanos -puros y duros- quienes los desempeñen, y serán sustituidos por obra y arte de la tecnología por brillante chatarra organizada mecánicamente, de por sí autónoma o implantada en nuestra corporalidad. 

También leo que esta invasión virtualígena ya se ha instalado en las practicas sexuales de los más jóvenes y de los que no lo son tanto, dando lugar a lo que han dado en llamar sexo soft. Este nuevo tipo de softismo ya no va de productos light, pues parece ser que se ha apoderado también de nuestra inteligencia y nuestra salud, es decir, de nuestros cuerpos serranos que dejarán de serlo al quedar “encriptados en el campo de las normas virtuales”. Esto leo.

Y me pregunto hacia dónde camina nuestra gastromomia/alimentación/restauración. Ya sabemos que, desde luego y en breve, se dejará de cocinar en las casas. Ya hemos dicho que los humanos camareros y cocineros serán sustituidos por máquinas o por ellos mismos reconvertidos en androides o cyborgs. Tengamos en cuenta que ya ahora la mayor parte de lo que comemos es mero ensamblaje final de comida procesada y producida industrialmente y que incluso a quienes llamamos artesanos no son otra cosa que mini-industrias.

Todo esto es fácil de avistar. 

Digamos pues que los guruses auguran que ese lado de la ecuación ocupado por quienes cocinan y sirven la comida está perdido a corto/medio plazo. Vale, ok, puedo forzar mi imaginación con cierta dolorosa facilidad para verlo. Aunque yo seré uno de los que inútilmente me rebele y tome las armas para emboscarme y combatirlo. Lo que tortura mi mente, aún hoy día clarividente, permítanme la boutade, es si “una sociedad que no tiene verdad ni significado”, podrá terminar convirtiendo la experiencia sensorial, material, inmanente y real del acto de comer en algo virtual. To eat or not to eat, he ahí la cuestión.

Por si acaso llega esta “estética de choque ciberpunk”, mañana tiro para ese país vascongado del norte a darme unos bocados de realidad a base de alubias, rodaballos y chuletas, no vaya a ser que estos profetas del exceso futuro tengan “bocacabra”.

*Con una pequeña ayuda de mis amigos Arthur y Marialouise Kroker y su libro “Hackeando el futuro”.

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