Invictus
Salir invicto de la guerra de cada navidaz es una hazaña. Una rotunda victoria del cuerpo y el espíritu sobre los males que siempre nos acechan y que todos los años por estas fechas se concitan y alían para atacarnos sin piedad. ¡¡¡Qué manía, diossss!!!
Las tribus son siempre las mismas: la de los parientes venidos de no se sabe donde que se aparecen cual fantasmas revividos y muertos de un hambre capaz de comerse una vaca rellena de pajaritos y de una inusitada sed de arrejuntarse repetidamente; está también la de los viejos amigos de toda la vida que tenemos que vernos por narices sedientos de borrachera, evocación de recuerdos y cánticos regionales; están además las tribus de los del trabajo, la de los nuevos amigos, la de los conocidos y la de los compromisos; y otras muchas hasta el sinfín.
La diaria ducha reparadora no es suficiente para curar las heridas infringidas y afrontar las duras y sucesivas batallas. Menos mal que siempre hay todo tipo de prazoles y profenos en casa con los que pertrecharse y enfrentar a esos enemigos. Afortunadamente, el cuerpo aguanta mucha más caña despaña de la imaginable y aunque regresa a casa con la panza reventona, el hiato ahito, le lengua de trapo, torpe en el andar y tardo en el entendimiento, nuestro físico es susceptible de una asombrosa recuperación digna del montaraz Aragorn
en la batalla del abismo de Helm.
Pero el espíritu tuyo…¡ah! El espíritu mío es otra cosa. En apariencia sigue los buenos pasos de la sanación corporal y posible es que así sea en buena parte, que me quiten lo bailao, pero en realidad, subrepticiamente, las mordeduras de las sinrazones y maldades de estos excesos, van zahiriendo de a poco el alma y son cada vez más difícilillas y lentas de restañar, pues minan el ánimo y la esperanza en el porvenir de uno mismo y de la
humanidad.
Aún así las cosas, uno vuelve a rearmarse y se ve a sí mismo saliendo de las navidades como el del anuncio de la colonia Invictus de Paco Rabanne, triunfante y victorioso, chulesco y bravucón, fuerte y bacilón, aún de sobra sabiendo que los publicistas no quieren a un BGVC (blanco, gordo, viejo y calvo) ni en pintura. Memento morí.
Juan echanove
1 año agoTodo menos afiliarse al gimnasio 😂😂😂😂😂
Fernando Huidobro
1 año agoAntes dejo de comer…..
Y eso va a ser molto difficile