AOVE Guardián de los Trofeos – Vilches (Jaén)

La historia nos enseña que para ganar trofeos hay que luchar duro. Siempre y en todas partes ha sido, es y será así. También en las tierras del Olivar de Jaén, antes y ahora.

Vilches es guardiana de unos trofeos cuya memoria recuerda las duras batallas del pasado: el hombre que guerrea por la tierra para ganarse el derecho a vivir en ella. Su trofeo: ¡la bandera!

Vilches es hoy artesana de otros trofeos cuya realidad nos muestra las rudas labores del presente: el hombre que trabaja la tierra para ganarse el derecho a vivir de ella y sus olivos. Su trofeo: ¡el aceite!

Sus verdades: campo, árboles y árboles, pies y patas, olivas, sol y lluvias, seco y mojado, tiempo, frutos, verdes y negros, jornadas y jornales, sudor y esfuerzo, varas y vareo, hojas al viento, aceitunas, caída y recogida, temprana o tarda, verdeo, estrujes y jugos, viejas piedras y moliendas, almazaras y almas, verde sangre, olor y memoria, satisfacción y honra, aceituneros, abajo y arriba, cortijeros, producto y producción, técnicas y avances, comercio y dineros, trabajos y negocio.

El aceite de oliva Guardián de los Trofeos, virgen extra, es el resultado de todo-todo eso y más. Es orgullo patrio.

Ese orgullo por encerrar en la botella ese genio. Ese denso líquido mágico que comprende todas esas verdades en pugna constante y ser capaz de extraer de ellas solo sus virtudes. Eso es el triunfo, ese es el trofeo que concede el genio al salir de su reclusión temporal.

Te concedo solo tres deseos inquiere el admonitor: olor, sabor y color, responde el agricultor.

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