Icono del sitio Fernando Huidobro – Comentador Gastró

Gastrofrenopático

Los actores tienen sus dobles, los cocineros también, aunque sean ellos mismos haciendo de actores. 

Su personalidad no es que sea doble, sino que es múltiple. Esa entelequia llamada gastronomía ha violado su género tan violenta, repentina y repetidamente que les ha obligado a desdoblarse y desplegarse.

Está, por un lado, su yo cocinero que ejerce su profesión intra muros, oficia en su cocina y asoma el morro a su sala.

Por otro, está el yo mediático que airea su imagen y su fama extra muros, oficia fuera de su cocina y asoma el careto a salas y salones ajenos.

Más allá está su yo persona que vive su vida inda house, oficia en familia y da la cara solo ante sus allegados.

Y por último y según dicen los sabios, estará, vaya usted a saber dónde, su yo verdadero que, en realidad, ni está ni se le espera, así que no contemos con él.

Los tres primeros hablan y hablan y vuelven a hablar y se inter-relacionan, en directo o en diferido, con los demás pero se comportan de muy distinta manera.  Tener dos dobles no es ser tres, es ser uno en tres y tres en uno. He ahí el problema, porque sus tres hologramas se entremezclan y se presentan y representan difusos, incluso confusos, como si en el borroso reflejo del culo de una especular selfiolla se video-retransmitieran. Encuentro y desencuentro entre iguales donde la diferencia no está clara.

Hablo de cocineros que van más allá, altius, citius y fortius, atrapados y atrapalhados entre esas tres pistas de esas tres funcionalidades con las que tienen que lidiar, según dictan las normas que la modernidad de la restauración actual y que, en estos tiempos líquidos y mediáticos en los que vivimos, les asignan y exigen representar papeles de muy distinta índole: modelos, ejemplos, filo-filósofos, oradores, creadores de opinión, comunicadores, embajadores y hasta heroicos salvadores de la patria. ¡Una pechá!

Disruptivos roles que no estaban en el imaginario del cocinero de su generación ni época y para los que no habían sido preparados ni formados y que han condicionado y afectado sustantivamente su personalidad, obligándola a actuar y reinventarse -dichoso palabro-, a desdoblarse en ese referido trío de psicosomático comportamiento interdisciplinar.

Un refrito de dobles y doblajes que puede entrañar reales trastornos vitales cuando las tres opciones se sobreponen, contraponen y entran en conflicto.

Por eso pienso que, de superar el trance, su capacidad de adaptación, aprendizaje y asimilación es digna de encomio y de atención antropológica en la que focalizar el interés gastro-humanístico del periodismo gastronómico, como lo demuestra la moda de los podcast, aunque muchos de los entrevistadores carezcan del instinto, la preparación o la profesionalidad periodística suficientes para mostrar ese profundo conflicto psicológico en el que viven y sonsacarles cómo han evitado -o no- la tragedia de acabar en el gastrofrenopático.

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